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JMAYORGA

Cruzar a la Vereda del Protagonismo

La mayoría de la veces hay algo que podemos hacer, aunque a veces las circunstancias, el stress o el desánimo no nos permitan ver las opciones….

“Me hace sentir mal” aunque esta vez en particular re-tomo esta frase de una asistente en un curso. No es la primera vez que la escucho y seguramente no ha a ser la última. Nadie nos hace sentir nada… si nosotros no le damos el poder para hacerlo. Y es bueno que lo tengamos en cuenta. Si no lo hacemos vamos a esperar que los otros carguen con responsabilidades que no les corresponden.

Nos vamos a sentir frustrados… como mínimo. Si dejo mi propio bien-estar en manos de otra persona de algún modo dejo el timón mi barco en manos de otro capitán, y el único capitán de mi barco soy yo, sería bueno que siempre elija serlo yo.

Esto nos pasa muy frecuentemente en espacios laborales. Alguien en mi trabajo tiene mal genio o no tenemos buena sintonía –peor aún si ese alguien es cercano o superior en jerarquía- y entonces estamos amargados en ese espacio. Eso es dejar el poder en manos de los otros. Es olvidarme que yo soy el único protagonista y responsable de mi propia vida y mi propio bien-estar.

Como decía un maestro, los otros “otrean” y no hay nada que yo pueda hacer contra eso, pero hay algo que sí puedo hacer, puedo elegir mi propia respuesta. Puedo elegir que eso no me afecte. Puedo elegir en primera instancia que la mala cara del otro no termine contagiándome y seamos entonces ya dos malas caras. Puedo elegir cómo sentirme y responder a eso. Digo en primera instancia, porque puedo arbitrar los medios necesarios para hacer lo que considere conveniente para mejorar, revertir o finalizar ese espacio.

Y digo en primera instancia porque conforme avance mi propio liderazgo personal podré tantísimas veces crear contextos y conversaciones que permitan facilitarle a otros un “estar siendo” distinto, mejor, de mayor bien-estar, co-creando espacios donde me sienta cómodo y feliz de compartir.

Pero volviendo a lo nuestro, es importante que me de cuenta de que yo elijo cómo estar, yo elijo que eso me afecte o no me afecte. A veces no nos resulta sencillo, a veces hay algo que necesitamos aprender para cruzarnos de vereda. Pero es importante que cruce, y que sea conciente todo el tiempo de mi elección.

Mirándolo desde otro espacio, cuántas veces decimos “tengo que ir a trabajar” como si no hubiese alternativa.

Entonces voy, todos los días con mala cara y a desgano. Porque no me queda otro remedio…. Y yo pregunto ¿Es verdad que “tienes” que ir a trabajar? O ¿lo eliges porque quieres darle lo mejor a tus hijos, porque quieres prosperar, porque te importa crecer profesionalmente?...

En espacios de menos recursos, cuando la gente es más pobre, muchas veces se sienten aún más victimas de las circunstancias, y es allí donde más insisto en el protagonismo. Cuando alguien me dice “tengo” que ir a trabajar para mantener a mis hijos. Yo digo “No, no tienes que ir a trabajar para mantenerlos” “Eliges ir a trabajar y mantener a tus hijos y hacer lo mejor que puedes por ellos” pero es Tu elección. De hecho no todos los padres lo hacen, no todos los padres crían a sus hijos.

Si tomo conciencia de que en todo momento yo elijo, no sólo no voy a dejar el timón de mi barco en manos de otro capitán, sino que voy a dejar de sentirme víctima de cualquier circunstancia o persona, y ya eso me ubica en un espacio y en una mirada de bien-estar.
La propuesta es eso, es cruzarme a la vereda del liderazgo personal, donde la mayor parte del tiempo cada uno es protagonista y elige su respuesta, elige como sentirse… aún en circunstancias donde algunas veces la vida nos ubica de verdad en un espacio de víctimas

 

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